Hoy me encontré con un hombre que esperaba el camión a tres cuadras de mi casa. Me dijo que hoy había sentido cómo toda la literatura, toda la vida (en lo que a su sentido se refiere "vivir" y sus derivadas conjugaciones), las religiones, todas las lecturas, las letras, lo que yotúélnosotrosvosotrosustedesellos hehashahemoshan leídoleeránleeremosleerás lo había atravesado por completo como un flujo, como el viento que mece hojas, ramas e ideas.
Es sorprendente, me dijo. Asentí. Encendí un cigarrillo para conjurar cualquier pensamiento vago que pudiera interponerse entre nosotros. Así me sentí yo ayer, le dije, y encendí un cigarrillo. El humo que salió a continuación, le dije al hombre -que para ese entonces me miraba atenta, intensamente-, dijo tantas cosas que ni siquiera ahora he podido de hacerme de las palabras suficientes para describir lo que sentí después.
El hombre sacó un cigarrillo para conjurar cualquier pensamiento vago que pudiera interponerse entre nosotros. Ocho bocanadas después llegó el camión que yo debía abordar y nos despedimos con una mirada atenta, intensa, y una sonrisa luego de decirnos pase usted buenas tardes.
Colima, México. 10 de enero de 2010